Durante casi treinta años, tuve el enorme privilegio de asesorar a inversores desde la perspectiva de una cartera total. He aprendido a apreciar lo particulares que son las combinaciones de factores que cada inversor trae a la mesa: sus expectativas de retorno, su capacidad para resistir diferentes tipos de riesgo y, cada vez más, su interés por utilizar su cartera de inversiones para abordar las cuestiones específicas que le importan respecto de la sociedad. Hoy en día a este último concepto se lo conoce comúnmente como «inversión de impacto», aunque, en realidad, equivale a una especie de combinación entre «preocuparse por las cosas» y, sencillamente, «una inversión más considerada».
Los inversores de impacto se preocupan por un rango de problemas que son sistémicamente desafiantes. Un monto considerable de dólares ya está destinado a combatir el cambio climático, la desigualdad de género, la injusticia racial, la escasez de agua, el desecho de plásticos en el ambiente y muchos otros. Incorporar estos conceptos temáticos más amplios a los enfoques de inversión de cualquier organización o a las aspiraciones financieras de una familia convierte cada caso en un verdadero juego de encastre.
Aunque muchas buenas prácticas de inversión gocen de aceptación generalizada, y por ello estén hasta cierto punto estandarizadas, el elemento humano de la inversión sigue siendo un componente crítico de la construcción de una cartera y de los procesos continuos de gestión de las inversiones. Los inversores valoran la oportunidad de compartir su propia opinión y de recibir orientación de sus asesores humanos. Valoran tener carteras personalizadas que reflejen sus propias esperanzas y temores y su intencionalidad en el mundo. Mientras estos elementos humanos sigan siendo una parte clave del proceso de inversión, invertir seguirá siendo tanto un arte como una ciencia.
Ese es exactamente el sentido que tiene, a mi juicio, que los inversores y sus asesores hagan el esfuerzo por entender y fomentar la inversión en la economía creativa. El elemento humano siempre requerirá del tipo de capacidad para resolver problemas y ajustar perspectivas que solo los artistas y otros pensadores creativos pueden aportar. Invertir en un contexto de cartera total significa adoptar un enfoque de múltiples clases de activos, y distribuir el riesgo y la inversión en todo el espectro de tipos de activos disponibles. Estos incluyen instrumentos de renta fija y variable tanto cotizados como privados, bienes inmuebles y otros activos reales, entre otros. La diversificación para reducir el riesgo es algo que persiguen las empresas tanto grandes como pequeñas, los emisores de títulos tanto estatales como privados y las diferentes geografías.
Los inversores de impacto son igualmente conscientes del valor de la diversidad en cuestiones de raza y género, y también respecto de quienes provienen de comunidades autóctonas, y lo tienen en cuenta a la hora de buscar oportunidades de inversión y administradores de estrategias de inversión. McKinsey & Company ha demostrado que las compañías que cuentan con un liderazgo diverso obtienen mejores resultados que aquellas que no lo tienen, de modo que este valor va más allá de lo social. Los inversores de la economía creativa dan un paso más y buscan aportar una diversidad de perspectivas por parte de artistas y pensadores creativos, reconociendo las ventajas de este enfoque para identificar grandes oportunidades de inversión y/o reducir el riesgo de inversión y/o realizar inversiones que generen más impacto.
La inversión de impacto toma lo que ya es un complejo espectro de enfoques puramente basados en la teoría de la inversión y les infunde su propio espectro complejo: el desafío de integrar la aspiración de generar un impacto en el proceso total de inversión. Los inversores de impacto identifican los riesgos sistémicos que más les importan y evalúan sus carteras, incluida cada inversión, escrutando debidamente el impacto que sus inversiones tienen en el mundo.
Algunos inversores incluyen el pensamiento de impacto porque los ayudará a alinear sus valores con sus inversiones. Otros se enfocan más en los riesgos o en las oportunidades que dicho análisis complementario pueda aportar a la discusión. Ambos enfoques no son incompatibles. Agregar el impacto como una tercera dimensión, además de las expectativas de retorno y la tolerancia al riesgo, es lo que les da a los inversores de impacto un panorama más completo de aquello en lo que invierten y de por qué lo hacen.
El proceso de construcción de la cartera comienza puntualizando las políticas y orientaciones de inversión adecuadas, preferentemente en un documento llamado «declaración de política de inversión» (IPS por sus siglas en inglés). Tras este paso se buscan oportunidades de inversión adecuadas y bien investigadas para armar la cartera de múltiples clases de activos, que responderá a las aspiraciones de retorno y de impacto del inversor.
Tras implementar las inversiones aprobadas, el inversor debe monitorear y evaluar el rendimiento de sus inversiones de modo individual, y también a nivel de la cartera, para valorar los retornos financieros con respecto al objetivo preestablecido y el impacto generado con respecto a métricas de impacto adecuadas. Para obtener una evaluación justa del rendimiento es fundamental llegar a un acuerdo respecto de cómo se seleccionarán y establecerán los parámetros de estas métricas. Las métricas de rendimiento del impacto de la economía creativa pueden codificarse en el IPS y compartirse con potenciales administradores de inversiones o compañías de carteras antes de realizar la inversión.
Si bien es posible discutir sobre definiciones, algunas industrias ya son consideradas parte de la economía creativa. Entre ellas, los medios de comunicación y el entretenimiento, la música, los medios digitales y los videojuegos, la arquitectura, la gastronomía, las bellas artes y la moda. Las oportunidades de inversión dentro de estas industrias creativas pueden ser en compañías grandes o pequeñas. Un enfoque de cartera más amplio aplicado a la inversión que además infunde respeto por la creatividad sumaría inversiones en compañías que utilizan la creatividad y la innovación en sus métodos, además de compañías dedicadas de lleno a las industrias creativas.
En los mercados públicos (las clases de activos más líquidos), un inversor de impacto amante de la creatividad puede incluir compañías de diferentes industrias que valoren la diversidad cognitiva y el pensamiento creativo en sus fuerzas de trabajo, y que promuevan la innovación incluyendo la investigación y el desarrollo en sus presupuestos. Estas características se sumarían a lo que los inversores de impacto suelen buscar en las compañías que cotizan sus acciones en la bolsa: una respuesta a la comunidad a través de la participación de los accionistas y otras partes interesadas; la diversidad de toda la fuerza laboral, no solo entre los ejecutivos de la compañía; una gestión ética de la cadena de suministro y otros factores de buena gobernanza. Agregar el impacto como una tercera dimensión, además de las expectativas de retorno y la tolerancia al riesgo, es lo que les da a los inversores de impacto un panorama más completo de aquello en lo que invierten y de por qué lo hacen Phil Kirshman es el jefe de inversiones de Syntrinsic Investment Counsel y el fundador de Impact Metropolis, una red social en torno a la inversión de impacto y servicio virtual de conferencias. Anteriormente, fue jefe de inversiones de Cornerstone Capital Group. En la actualidad, Phil es miembro del directorio y del Comité Ejecutivo de Calvert Impact Capital (antes conocida como la Fundación Calvert). Phil es analista financiero acreditado (CFA) y planificador financiero certificado (CFP®) Fotografía de Jonathan Trites.
Los mercados privados ofrecen la oportunidad de realizar inversiones más específicas en las industrias creativas. Los vehículos de capital de riesgo especializado, capital privado y préstamos privados apoyan a artistas, diseñadores y otros emprendedores creativos brindando capital de crecimiento a empresas que ofrecen productos y experiencias creativas y proporcionando herramientas y plataformas que permiten el trabajo creativo, entre otros. Los vehículos privados de inversión enfocados en el sector inmobiliario proveen a los artistas espacios para vivir y trabajar; espacios de producción ligera para empresas de la industria creativa, y espacios comunitarios, como galerías y teatros.
Las soluciones para realizar inversiones de impacto ya existen para los inversores que aman la creatividad y están dispuestos a esforzarse un poco para encontrarlas. Si no sabe dónde hallarlos, hay asesores y consultores de inversión que pueden ayudarlo. Los mejores no se limitan solo a cumplir mecánicamente con su trabajo. Les encantaría que sus clientes dijeran: «Oye, mi asesora no es solo una persona que sacó una cartera del estante y colocó allí los dólares de mi inversión. Trabajó conmigo para encontrarme las mejores soluciones. En cierto sentido, ella también es una artista».