Hace cien años, en Jujuy, Argentina, un gobernador visionario encargó la compra de maquinaria textil a Bélgica como parte de una serie de estrategias productivas para erradicar la pobreza de la Puna, una bella región en el noroeste del país, a 3500 m.s.n.m. La falta de agua y energía hizo que las máquinas quedaran inactivas en su embalaje original durante más de treinta años. En 1950, un grupo de inmigrantes húngaros, de tradición textil, convenció al Gobierno de que trasladara la maquinaria a la región de la Puna para darle uso. Ello significó el inicio del primer emprendimiento textil, que salió adelante sin otro logro que la supervivencia.
En 2013, el destino quiso que yo conociera a Rosario Quispe, líder de la comunidad coya y fundadora de la ONG Warmi Sayajsunqo, que en quechua significa ‘mujer perseverante’. En 2005 nominaron a Rosario para el Premio Nobel de la Paz por su trabajo empoderando a las mujeres coyas a través de un programa de microfinanciamiento que promovía un cluster productivo, con el objetivo de alentar el desarrollo y la mano de obra. Rosario estaba buscando los inversores adecuados que financiaran la recuperación de la mítica hilandería y tejeduría, y yo me encontraba fortaleciendo el ecosistema local, intentando reunir el capital con la causa. Aquel fue el momento en que cobró vida la Hilandería Warmi.
El propósito encontró su cauce; creamos un directorio diverso y plural para entretejer la sabiduría ancestral con las estructuras contemporáneas. Nuestro sueño era ser la mayor empresa semi-artesanal global del rubro textil. En marzo de 2014, menos de seis meses después de la reunión fundacional, la Hilandería Warmi se había convertido en una organización activa con el propósito aún más amplio de contribuir social y económicamente a las comunidades andinas.
Los productos Warmi son el resultado de un encuentro respetuoso entre la identidad de los habitantes locales y una visión global, que apunta al consumidor de lujo sostenible. La propuesta de valor incluye una línea de indumentaria (ponchos y bufandas) y una línea de decoración de hogar (pies de cama y mantas), realizados con el uso responsable de fibras 100% naturales, como el pelo de llama, el algodón y la lana de oveja. Estos productos se dirigen a un consumidor que comparte nuestros valores y aprecia nuestro concepto sostenible en todo el mundo. Nos conectamos directamente con ellos a través de los canales digitales, como el e-commerce, Instagram y Shopify. Esta estrategia comercial nos ha permitido consolidar una marca global y vender en Australia, Alemania, España y Suiza. Además tenemos previsto ampliar nuestra presencia en Chile y los EE.UU. Nuestra estrategia digital comercial ha resultado de un valor incalculable ya que permite que podamos mantenernos y garantizar un ingreso constante para los productores locales en el contexto de la pandemia de la COVID-19.
La estructuración financiera fue una combinación de capital semilla y contribuciones privadas de un grupo de emprendedores comprometidos con una inversión de impacto dedicado a la triple línea de beneficio (social, ambiental y financiera). Hilandería Warmi ha sido una compañía autosustentable desde agosto de 2016. En aquel momento una orden de compra nos llevó a producir 13.500 productos en cuatro meses, en lugar de los 1000 que fabricábamos por año. Este emprendimiento en particular, que requería lana de llama, incrementó los precios de compra en un 36%, y ubicó a la Hilandería en una posición líder, en la provincia de Jujuy, por su habilidad para fijar un precio justo. Este cambio, junto con el aumento de su capacidad exportadora, hizo posible reubicar la hilandería en la localidad de Abra Pampa, el altiplano, donde se previó en la génesis de la visión. De esta manera, la Hilandería Warmi fue la primera empresa establecida en Abra Pampa.
A pesar del contexto macroeconómico de la Argentina, Hilandería Warmi está entre el 10% de pymes que sobreviven tras el quinto año de vida. Hoy genera empleo genuino para 25 empleados y es una fuente de ingresos equitativos para 600 familias que crían y esquilan la lana cruda de la llama para ganarse la vida. Las ganancias se vuelcan a la consolidación de la organización y a fortalecer proyectos sociales, como el Fondo de Microcréditos de la Asociación Warmi Sayajsunqo, que financia iniciativas como la puesta en marcha de un emprendimiento de ecoturismo cultural y rural. También hemos asignado ingresos al lanzamiento del primer Centro Emprendedor, con impresoras 3D y computadoras, que promueve el aprendizaje de habilidades digitales en la comunidad coya.
El cuidado del medioambiente es esencial para nuestra filosofía, motivo por el cual estamos comprometidos con Basura Cero. Minimizamos la generación de desechos y manejamos cada producto desechado como una oportunidad: donamos lo que resulta valioso para las cooperativas locales y los artesanos, minimizamos el uso del agua, y reutilizamos los efluentes líquidos filtrados para la irrigación intrapredial. Estos elevados estándares de rendimiento social, económico y ambiental nos permitieron obtener la certificación de Empresa B en 2019. Además, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina otorgó el Premio Ciudadanía Empresaria 2019 a Hilandería Warmi, en la categoría Nuevo Paradigma Empresario.
Pero todo camino tiene sus escollos: tuvimos que fortalecer algo tan básico como la confianza. La compra de la fibra de llama al doble del valor del mercado despertó sospechas en los productores. Asimismo, la precariedad financiera de los productores locales significó un mayor esfuerzo para incluir la producción local en nuestros modelos. Y luego está el aislamiento geográfico: las comunidades coyas son de difícil acceso y tienen muy poca conectividad. Por último, las políticas de incentivos y las condiciones comerciales y operativas no siempre son alentadoras. También queda mucho por hacer en cuanto a beneficios impositivos y herramientas de financiamiento para micropymes.
Ahora que está en marcha el modelo y que genera un impacto real, podemos identificar y compartir los factores clave de este proyecto de impacto:
Integración: Establecimos un modelo representativo que promueve la participación de la comunidad. La Asociación Warmi Sayajsunqo es una de los diez accionistas de nuestra composición societaria, aportando una gobernanza plural y diversa al proceso estratégico y de toma de decisiones.
El catalizador es el propósito: El bien mayor de una compañía social es su ADN, así que se necesita un equipo sumamente comprometido y apasionado. El propósito alimenta el día a día, y el trabajo debe transformar e inspirar a los accionistas, la comunidad y las personas involucradas.
Liderazgo: El dinero y la tecnología no alcanzan si no hay un liderazgo capaz de comprometerse con el propósito y construir confianza en el equipo para lograr la visión.
Estoy convencido de que este es el siglo de América Latina. Los proyectos creativos de escala están surgiendo aquí. Es hora de que conectemos este capital creativo con posibilidades concretas. Y cuando esto suceda, la transformación será imparable.