Durante los primeros veinte años del siglo XXI, la creciente visibilidad de las industrias culturales y creativas de las ciudades en todo África ha sido un emblema del renacimiento africano, caracterizado por el crecimiento de los ingresos familiares y per cápita, la transformación agresiva de los espacios urbanos, la rápida adopción de comunicación digital, las remesas crecientes de la diáspora y un incremento de la inversión extranjera directa. Pero lo más importante es que todo ello ha significado un sentido de autoestima cada vez mayor, y un enorme incremento de expresiones culturales que se consumen a nivel global a través de la música, el cine, los videojuegos, la moda y el arte contemporáneo, junto con otros productos y experiencias culturales, impulsados por el dinamismo y la innovación de sus ciudadanos.
El célebre filósofo camerunés Achille Mbebe dice en su ensayo África en el nuevo siglo que este proceso de renacimiento «se ha vuelto incluso más poderoso por su convergencia con dos evoluciones paralelas. La primera es la emergencia de las tecnologías digitales de la era de la información, y la segunda es la financiarización de la economía. En todo el continente, individuos creativos continúan apalancando sus bienes culturales y su conocimiento –en diseño, inventarios lingüísticos, estilos musicales y poesía, artesanías tradicionales, prácticas de sanación y bienestar, preparación de comida y gastronomía, lenguajes visuales y narración– para romper el techo de cristal y dejar huella en el continente y en todo el mundo.
Incontables fundadores en ciudades de todo el continente conforman una galaxia de empresas, emprendimientos, trabajos temporales, a los que nos referimos como las industrias creativas y culturales. Estos, a su vez, proveen el sustento y la realización personal a millones más, mientras definen el estilo de vida urbano contemporáneo sirviendo a sus compatriotas dentro y fuera del país.
Este incremento también ha despertado un cauto interés institucional: los primeros compromisos han provenido, entre otros, de la Iniciativa Financiera de la Industria Creativa del Banco Central de Nigeria para la moda, el cine, las TIC y la música; el programa de inversión en la moda del Banco Africano de Desarrollo; el fondo de industrias creativas del Afreximbank; y los fondos de inversión en cine, música, videojuegos y moda del Fondo HEVA de África Oriental, por destacar algunos de ellos. Estas iniciativas dan cuenta de la creciente confianza en las industrias culturales y creativas, y proveen la información necesaria para la inversión comercial y una acción positiva por parte de los gobiernos.
En HEVA, por ejemplo, nuestro Fondo de Capital Semilla para Patrimonio Cultural ha invertido en proyectos tan variados y vitales como Paukwa House, una firma de narración creada para infundir historias positivas basadas en hechos en las narrativas nacionales de Kenia, y Harriet Ng’ok, una herborista que trabaja para generar y compartir conocimientos sobre la importancia cultural y el empleo de las plantas medicinales. Nuestro Fondo de Mujeres Jóvenes en Industrias Creativas ha asistido en Kenia a empresas creativas en su fase inicial, cuyas dueñas y directoras son mujeres, para ampliar la producción y distribución, crear plataformas de comercio electrónico, comprar equipamiento y armar equipos.
Es importante considerar que, si bien las industrias creativas se materializan por medio de la dinámica del mercado, al mismo tiempo proveen un servicio trascendente para sus audiencias y comunidades. A pesar de la tensión que existe entre la praxis artística y los valores comerciales, los servicios creativos siguen recompensando a sus audiencias con beneficios subjetivos, que incluyen, entre otros, la seguridad, la confianza, las emociones positivas, una estética de autonomía que evoluciona, y, en este caso, un discurso vibrante sobre la descolonización. Estas cualidades extraordinarias son especialmente importantes durante una crisis, y contribuyen enormemente a la propia resiliencia de la industria.
Aprovechar el momento
Al ingresar en la tercera década del siglo XXI, nos vemos confrontados con la profunda conmoción y las disrupciones que desencadenó la crisis de la COVID-19, que no solo nos ha desacelerado, sino que también ha generado un planteo crítico respecto de cualquier postura que pretenda seguir adelante como si nada hubiera pasado. Se trata de un planteo del que debemos ocuparnos si hemos de promover el momento cultural y creativo de África.
Para comprender esta cuestión, debemos pasar rápidamente de la necesidad de estar convencidos de la viabilidad de las industrias creativas en África a aceptar que la oportunidad de un renacimiento africano no solo constituye una inversión en los artistas individuales para darles vida a sus mandatos en la sociedad actual (y, por extensión, en sus empresas), sino un plan que verá brotar sus frutos en el futuro y beneficiará a quienes deseen coproducir las realidades del continente más joven y el segundo más poblado en este momento y a lo largo del siglo XXI.
Tengo la impresión de que los próximos cuatro años representarán uno de los períodos más importantes de la historia reciente de las industrias culturales y creativas de África. Durante el próximo año, a causa de la pandemia, seguramente veamos una mayor presión (y una disrupción) sobre las prácticas, modelos de negocio, cadenas de suministro y entrega de bienes y servicios creativos. Si dejamos que esto avance de modo ininterrumpido, ello conducirá desafortunadamente a la quiebra y el cierre de muchas empresas y a graves pérdidas de empleo.
Sin embargo, con la inversión, el apoyo empresarial y la innovación necesarios, las propuestas más ágiles sobrevivirán y se embarcarán en una lenta recuperación: cuestionando normas antiguas, intentando comprender la realidad pos-COVID-19 a través de la experimentación y la investigación; estabilizando operaciones, y reinventando nuevos puestos. Solo entonces podrán estas entidades volver a crecer, adoptar nuevas tecnologías y descubrir los beneficios de las nuevas maneras de vivir y trabajar.
El momento es ahora
Con la exención del pago de honorarios y comisiones en los inicios de la pandemia para fortalecer la resiliencia de las empresas de nuestra cartera, el Fondo HEVA recibió más solicitudes desesperadas, para proveer flujo de caja, vinculadas con los efectos económicos de la COVID-19. Estas solicitudes, que sumaron más de USD 500.000, buscaban principalmente preservar más de 1000 puestos de trabajo en un período de tiempo limitado que iba hasta fines de agosto de 2020. Si bien estamos explorando estrategias para satisfacer algunas de estas necesidades en el corto plazo, esta sombría realidad es un indicio de la presión que están sufriendo las empresas culturales y creativas como resultado de la pandemia.
Mientras pensamos en una respuesta, es imprescindible que diseñemos un instrumento financiero y de apoyo transformador que no solo ayude a los emprendimientos a sobrevivir a la crisis actual hasta el siguiente ciclo económico, sino que también promueva la transformación de estas industrias, para que estén preparadas para un crecimiento futuro.
Este instrumento debe tener en cuenta plazos recalibrados para una recuperación lenta a través de modelos sensibles, a fin de que los usuarios tengan espacio para recuperarse y reinventarse. Debería promover la propiedad de plataformas de producción y distribución, el crecimiento y la integración de ecosistemas para reducir el riesgo, y el aprendizaje para ayudar a incrementar el valor y la productividad. Además de estos resultados en cuanto al negocio, el instrumento también debe considerar sentar las bases para un mayor acceso a las protecciones sociales, tales como inversiones en vivienda, atención médica e infraestructura de producción.
Achile Mbembe está convencido del envión que tiene el proyecto artístico africano: «Nos guste o no, África está inscribiéndose con firmeza dentro de una nueva historia de las artes, descentrada pero global». Según Achile, «el consenso emergente es que el destino de nuestro planeta se definirá, en gran medida, en África. Esto… constituirá el principal suceso cultural y filosófico del siglo XXI».
Lea el informe del Fondo HEVA acerca del impacto de la COVID-19 en la economía creativa de Kenia.