La economía creativa suele ser el canario en la mina de carbón cuando llegan las crisis. No ha sido distinto con el COVID-19: durante los peores días de la pandemia solamente en Estados Unidos casi la mitad de los bailarines y los actores estaban desempleados. Los escenarios musicales independientes cerraron sus puertas alrededor del mundo. Cualquier artista podrá decirte que la crisis causada por el COVID-19 no ha terminado y que la manera como ellos se recuperen marcará la pauta para el resto de la economía.
Como nunca antes en el pasado, la necesidad de hacer inversiones de impacto es más urgente ahora que nos enfrentamos a retos que se entrecruzan. Este movimiento en ascenso conecta al paciente y urgentemente necesario capital con soluciones innovadoras y coherentes con el mercado que producen retornos tanto financieros como culturales de manera simultánea. Podremos hacerle frente a esta crisis liberando nuevos recursos y estableciendo conexiones entre sectores, al mismo tiempo que empoderamos a los artistas y los creativos y apoyamos a la economía en general.
Después de todo, ninguna crisis puede ser resuelta de manera aislada: todos los activos gubernamentales y filantrópicos son nimiedades si los comparamos con la escala masiva de nuestras obligaciones ambientales, sociales, de salud y, sí, culturales. Para enfrentar este momento necesitaremos que las comunidades en las finanzas y las comunidades en las bellas artes, los gerentes de fondos de pensión y los artistas escénicos trabajen todos juntos.
Afortunadamente, gracias a organizaciones como Upstart Co-Lab y sus socios de Arts & Culture Finance en Nesta y la Fundación Compromiso, los inversionistas de impacto ya están incitando que esto suceda. Los creativos ahora pueden apalancar herramientas del sector privado y los actores del sector privado pueden aprovechar una energía creativa novedosa para alcanzar nuestras metas conjuntas.
En la Fundación Ford hemos estado implementando los principios de la inversión de impacto para financiar a empresas y a entidades sin ánimo de lucro, aumentar nuestra capacidad de ofrecer becas y ejecutar nuestros activos de manera más creativa. A través de nuestro programa de Mission Investments y nuestras ventas históricas de bonos sociales hemos ampliado nuestra habilidad para apoyar áreas críticas de trabajo en todo el mundo, incluyendo y especialmente a aquellas en el sector creativo. Por supuesto, las artes son esenciales porque son el oxígeno de nuestra democracia, una fuente vital de esperanza; y como nos recuerda mi colega Christine Looney en su ensayo, trabajar de cerca con los creativos les da a nuestras comunidades una inmensa “esperanza de cambio”.
Por todas estas razones estoy orgulloso y agradecido de presentar esta brillante colección. De las bellas artes a las finanzas, de espacios escénicos a firmas de capital privado, cada comunidad creativa y cada institución de inversiones puede beneficiarse de este trabajo. Vistos en conjunto, estos ensayos ofrecen un mapa de ruta para la recuperación. Debemos seguirlo por el bien de nuestra economía creativa y del mundo.