Los últimos dos años nos han cambiado: lo han hecho a través del dolor y el aislamiento y el miedo y la incertidumbre, y a través de encontrar esperanza y posibilidades, resiliencia y claridad sobre aquello que amamos. Las industrias creativas nos han proporcionado humor y entendimiento, han capturado lo inimaginable y han sido una fuente tanto de distracción como de concentración. Nos han recordado quiénes somos y cómo estamos conectados.
Y, a pesar de todo su talento colectivo, creatividad, espíritu emprendedor e ingenio, las industrias creativas se han visto profundamente afectadas por la pandemia. Las industrias que juegan un papel vital en la expresión de nuestra experiencia, en la que encontramos propósito y significado, han llegado a un punto de verdadera crisis en el contexto de un punto de verdadera crisis. Muchas personas simplemente no pueden seguir trabajando dentro de los modelos prevalecientes. Sin embargo, esta misma crisis podría situar a las industrias creativas a la vanguardia de un cambio de paradigma que revolucionará nuestra concepción de valor, de la que podrían surgir modelos más sostenibles para el futuro.
Arundhati Roy expresa esta idea de manera poderosa: la pandemia como un portal.
«A nivel histórico, las pandemias han obligado a los humanos a romper con el pasado e imaginar su mundo de nuevo. Esta no es diferente. Es un portal, una puerta de entrada entre un mundo y el que viene. Podemos elegir caminar a través de ella, arrastrando sobre nuestras espaldas los cadáveres de nuestros prejuicios y nuestro odio, nuestra avaricia, nuestros bancos de datos e ideas muertas, nuestros ríos muertos y cielos ahumados. O podemos caminar con ligereza, con poco equipaje, listos para imaginar otro mundo. Y listos para luchar por él».
¿Qué clase de mundo podemos imaginar; qué futuro para nosotros, para nuestros hijos y para los que vendrán después de ellos? ¿Por qué lucharemos? La sociedad está en busca del nuevo paradigma para lograr
un futuro más sostenible. ¿Cómo podrían las industrias creativas participar en cambiar la forma como vemos, entendemos y nos involucramos con este cambio; para su futuro y el nuestro? ¿Cómo lo harán?
Los verdaderos cambios de paradigma, según los ilustró el filósofo Thomas Kuhn, ocurren cuando hay suficiente información y conocimiento nuevos para desafiar e interrumpir los supuestos prevalecientes que ya no son ciertos y permitir que los modelos ya agotados den paso a otros nuevos. Los cambios cobran impulso cuando los modelos prevalecientes ya no se ajustan a las realidades. Precisamente cuando los problemas son grandes, complejos y urgentes es que podemos mirar más allá de los problemas mismos para ver los nuevos modelos (los paradigmas) necesarios para resolverlos.
Incluso antes de la pandemia, información reciente desafiaba nuestras suposiciones sobre el valor. En concreto, la noción de que podemos concebir el valor, incluso el valor económico, en términos estrictamente financieros se ha enfrentado a preguntas existenciales. La investigación realizada por economistas como Michael Porter, Joseph Stiglitz, Thomas Piketty y Kate Raworth ha puesto de relieve que la economía moderna es consciente de que hemos desalineado los factores sociales, culturales, ambientales y económicos.
Marianna Mazzucato ha abogado por el valor como «un objetivo que se puede utilizar para dar forma a los mercados». Durante décadas, Jed Emerson ha proporcionado información sobre el valor combinado, lo que refleja cómo las dimensiones puramente financieras y económicas no alcanzan a reconocer aquello que crea valor, al tiempo que cuestiona el propósito del capital. Emerson escribió hace poco que el potencial transformador es «hacer una conexión directa entre la inversión de nuestro capital y la creación de un cambio material en nuestras comunidades y ecosistemas».
Esta concepción más dinámica e integrada del valor ha servido de base para desarrollos como el capitalismo empresarial y de partes interesadas e impulsado por un propósito, así como otros enfoques que reconocen tanto el valor de los impactos sociales, culturales y ambientales como el rendimiento financiero. El desarrollo de la inversión de impacto como campo – y su influencia más extensa—, evidente en mercados más amplios, está impulsando la integración de beneficios sociales, culturales y ambientales positivos con medidas financieras centrales en el desempeño.
Los efectos de estos cambios macro son profundos. Aplicados a las industrias creativas, tienen palancas para romper la paradoja de que «en las artes y la cultura con frecuencia se percibe como si el problema del valor fuera de las artes y la cultura, en vez del concepto de valor en sí». El impacto de esto podría ser copernicano en sus repercusiones sobre cómo concebimos el valor y su relación con la economía.
Las industrias creativas pueden ser emblemáticas de una concepción de valor más amplia, dinámica y polifacética. Se erigen como modelos de las formas como el valor (no financiero) a menudo se deja sobre la mesa. La economía creativa abarca un caleidoscopio de empresas, desde la moda hasta las redes sociales, la hospitalidad, el entretenimiento en vivo y los espacios creativos. Colectivamente, las industrias creativas tienen la capacidad de moldear la forma en que vemos los impactos positivos y negativos en nuestras vidas. Algunos, como la moda y la hospitalidad, se han convertido en el foco de atención donde la sostenibilidad y los derechos humanos satisfacen las cadenas de suministro y la demanda de los consumidores. Algunos nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos, e influyen en la forma como nuestras mentes y nuestros corazones se conectan con problemáticas: las canciones y los memes y los juegos colman de expresividad al sentimiento de la comunidad y unen a las personas de manera más efectiva que la política y las leyes e incluso que la ciencia.
Estas industrias ya tienen una reconocida historia de creatividad e innovación, incluso en la forma como operan. Las empresas creativas y basadas en las artes fueron las primeras en adoptar modelos de negocio impulsados por una misión y demostraron que los modelos de ingresos comerciales, los gobiernos y los fondos de donantes podían combinarse de maneras complementarias. La danza, la música orquestal, los museos, las galerías y la ópera ofrecen ejemplos de modelos de negocio que utilizaron el diseño intencional para lograr un beneficio cultural, así como para facilitar que el esfuerzo cultural, ubicado en el centro de ese modelo, pueda seguir su curso.
A medida que se desarrolló la inversión de impacto, las organizaciones artísticas y los inversionistas de impacto se unieron para hacer experimentos sobre cómo se puede utilizar mejor la financiación en el conjunto de herramientas de las soluciones innovadoras. Triodos Bank tiene un largo historial de financiación de organizaciones artísticas que se basa en la creencia de que «estas contribuyen a la sociedad porque conectan a las ideas con las personas, y reflexionan, estimulan y fomentan cambios positivos». Por ejemplo, el banco financió a un coreógrafo líder en Bruselas para desarrollar un estudio de talla internacional que llegó a un número creciente de estudiantes a través de la danza y desarrolló una valiosa institución cultural para la comunidad. El Australian Chamber Orchestra Instrument Fund permitió a la orquesta reunir lo que se considera la mayor colección de instrumentos de la edad de oro del mundo, lo cual atrajo talento y ofreció tanto una ventaja competitiva para los músicos como una experiencia única para el público.
Hay mucho que aprender de lo que ya se ha probado y comprobado, pero todavía no tenemos una respuesta completa. La financiación y los modelos de financiación para los bienes públicos y los ámbitos de actividad creativa han estado bajo presión durante mucho tiempo. Esto es el resultado de una confluencia entre la dinámica del mercado, la configuración de las políticas y el contexto cambiante. La pandemia no originó la escasez de recursos sino que eliminó cualquier duda de que los viejos modelos están en crisis.
Los paradigmas ganan su estatus porque resultan más exitosos que las alternativas para resolver algunos problemas que el grupo de profesionales ha llegado a reconocer como agudos. En su artículo de investigación de 2021 From public good to public value: Arts and Culture in a time of crisis, Julian Meyrick y Tulla Barnett observaron:
«La inestabilidad crea una desorientación difícil de soportar, a pesar de que ofrece oportunidades inesperadas para revisar lo que constituye al conocimiento existente. El viejo entendimiento y el nuevo, que Kuhn ve como distribuido entre dos grupos distintos, pueden analizarse como un dilema dentro de una comunidad y un conjunto de prácticas[…] Inevitablemente, la cultura, en calidad del dominio simbólico preeminente, será un vehículo para esto, y la crisis hará uso de la cultura a medida que diferentes ideologías luchan por ascender a la categoría de paradigma».
La conformación de nuevos modelos que puedan escalar, replicar y sostener la actividad cultural y creativa requerirá liderazgo y compromiso estratégicos, pensamiento y experimentación innovadores, una práctica continua, al igual que la imaginación y reimaginación necesarias para crear modelos viables. Esto requerirá que miremos más allá de los concursos entre lo público y lo privado y adoptemos un enfoque más holístico. Será necesario llegar a nuevos acuerdos que sitúen a diferentes sectores y actores como colaboradores clave en la expansión y el aumento del valor y la actividad económica. Los activos y palancas disponibles dentro de las industrias creativas también deberán considerarse de nuevo para identificar y optimizar las oportunidades para que las organizaciones culturales y creativas piensen de manera diferente sobre sus recursos. Una piedra angular de esto será que las instituciones culturales inviertan más en su misión y valores y se alineen con ellos, incluso utilizando sus balances para apoyar y mejorar a la colectividad. Ya es hora de superar suposiciones inútiles y polarizadoras y dar forma a un nuevo paradigma.
Además de proporcionar un terreno fértil para los cambios de paradigma, las industrias creativas nos hacen ver nuestras suposiciones y lo que está en juego. ¿Qué pasa si la energía y la pasión no se aprovechan con un propósito claro y común para sostener a nuestra cultura y a los medios de su expresión? ¿Qué pasa si no hay enfoque y liderazgo suficientes para reimaginar los modelos que apoyen a las industrias creativas vibrantes y únicas, que preserven y celebren el patrimonio cultural local y doten de expresión a nuestra experiencia?
Los líderes, incluidos Upstart Co-lab y sus socios, ya están señalando la interrupción de algunas suposiciones de larga data sobre el valor. Su enfoque en «cómo se financia la creatividad al conectar a la inversión de impacto con la economía creativa» está enmarcando a la cultura y el valor, al tiempo que cuestiona explícitamente los modelos actuales. Experimentos audaces como las NFT están entrando en escena: en el peor de los casos, podrían diluir lo que se considera valioso. En el mejor de los casos, podrían revolucionar la forma en que se atribuye el valor, mantener los vínculos entre los artistas y el valor que crean y facilitar nuevas y dinámicas formas de financiar e involucrarse con el esfuerzo creativo.
Una respuesta concertada y que priorice al arte y la cultura podría reportar beneficios significativos tanto para las comunidades y la sociedad como para la economía: si no se responde al llamado, se perderá una oportunidad única. El liderazgo y la iniciativa demostrados en esta colección son vitales para ubicar a las economías creativas directamente en el contexto del valor para el desarrollo sostenible e incentivar el diálogo, la comprensión y las ideas que movilicen a más personas y más organizaciones, y avancen con la velocidad y la eficacia que este momento requiere y que los problemas merecen.
Estoy inmensamente agradecida de haber sido invitada por los socios colaboradores, Upstart Co-Lab, Nesta Arts & Culture Finance y Fundación Compromiso, para contribuir a esta colección sobre creatividad, cultura y capital.
Los nuevos modelos pueden transformar los resultados para las comunidades y enriquecer y hacer que el potencial de la creatividad y la innovación sea sostenible. Las industrias creativas pueden incentivar la comprensión de lo que hace falta y cómo avanzar y conectar a las personas con una visión inspiradora basada en una concepción más dinámica del valor. Los financiadores, los legisladores y los innovadores que se unan a ellos desempeñarán un papel vital en dar forma y función a esa visión, y mostrarán a muchos dentro y fuera de las industrias creativas cómo es posible gestar un futuro culturalmente rico y económicamente próspero.